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En los asuntos de naturaleza social no es posible formular leyes como en las ciencias exactas. En estas, es posible derivarlas a partir de conceptos y confirmarlas a partir de experimentos con control de variables que permiten determinar causalidades: si esto entonces aquello. Para el investigador social el control de variables no es posible porque esto supondría tener dos realidades paralelas idénticas, salvo en una variable, para poder determinar la incidencia de esta en un fenómeno. Esta carencia se mitiga con el análisis de datos provenientes de múltiples fuentes y dominios, que permiten ir encontrando patrones tan nítidos y consistentes, que bien pudiesen ser consideradas manifestaciones de leyes de las ciencias humanas. En el campo del Ambiente Laboral es una ley universal que nadie pone en duda, el atribuir la mayor influencia al papel del líder del equipo. El que estemos encontrando que en Colombia el Ambiente Laboral depende un 88% del Liderazgo es más que concluyente para que, aun con las carencias de estas estimaciones, se siga reafirmando este consenso. A los líderes los designan los propietarios, las juntas directivas o también líderes a quienes los seleccionados reportarían. En suma, no solo lo hacen quienes tienen el derecho de hacerlo sino también quienes son conscientes de la trascendencia de estas decisiones que por lo general se toman con el respaldo de diversas evaluaciones y opiniones. Es mucho lo que se pone en juego con estas decisiones pero nunca tanto como la que ponen los ciudadanos de un país cuando eligen a sus gobernantes y legisladores. Esto es lo que define el norte de todos, el aprovechamiento de lo que hemos construido, condiciones más favorables para la creación de valor para que tengamos más recursos disponibles para que haya más personas viviendo de forma digna, más bienes públicos que podamos disfrutar. Esto es muy importante y nunca lo ha sido tanto. Hemos llegado al punto en el que es evidente que el cambio por el cambio mismo no es suficiente, que oponerse y proponer no es lo mismo, que tener la capacidad de convocar a otros a pesar de las diferencias es imprescindible, que tomar decisiones difíciles -y no pocas veces la menos mala- es inevitable, que buscar la verdad es buscar la libertad. Las organizaciones no están diseñadas para convertirse en foros políticos, porque su propósito es otro muy diferente. Sin embargo, estas son un espacio magnífico para poner en común nuestros anhelos sobre la sociedad que queremos, llenándola de un diálogo en el que se allanan diferencias sociales para construir entre todos una visión compartida en la que quepamos y seamos bienvenidos todos, porque cada uno puede aportar a una mejor sociedad. Esta oportunidad la estamos desaprovechando. Las vivencias organizacionales -los resultados, los retos, las oportunidades- parecen copar todos los espacios y nos quitan la oportunidad de hablar sobre la sociedad que queremos, la forma de construir este futuro entre todos y de comenzar a materializar aquí y ahora en la misión que nos anima. Doce millones de colombianos están vinculados a una organización. Es una proporción muy alta que podría tener un peso muy superior al que hoy tiene en la opinión pública si cultivásemos su capacidad de reflexionar, de imaginar, de participar. De no ser así, quedaremos a merced de las redes sociales y de sus influenciadores que encuentran en esta carencia terreno fértil que les permite privilegiar intereses particulares que desdibujan el país que pudiésemos llegar a ser. Francis Fukuyama dijo que “una sociedad no es simplemente un conjunto de individuos que buscan maximizar sus beneficios”. Tampoco un conjunto de organizaciones. Necesitamos que sean mucho más que esto aportando a un mejor país con la excelencia de su Ambiente Laboral y todavía más con colaboradores conscientes de su papel como ciudadanos, que ejercitan sus derechos. |
El tema no podría ser otro
02 Diciembre 2025
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